miércoles, 23 de julio de 2014

Muerte y sexualidad, dos puertas para la vida

En el continuo Vida/Muerte/Vida, la Muerte representa una pauta esencial de la creación. Así es, también con la Sexualidad y merced a sus eróticas atenciones y sus generosas urbanidades la vida  se redime, se recobra y se reivindica. Vida/Sexualidad/Vida.
Si uno desea la salud y una vida abundante y avivada, debe componerse una obra musical para cuya ejecución nos favoreceremos de la sexualidad como pedales de la orquesta.

Se da en buena parte de la cultura occidental que el carácter de la Muerte se ha envuelto en distintos dogmas y doctrinas hasta separarlo de su otra mitad que es la Vida. Lo mismo ocurre con la Sexualidad que viciada por ortodoxias nocivas, censuras malditas y un reflujo inagotable de condenas ha sido rechazada y olvidada. Relegada al microcosmos del placer sexual y para quienes lo puedan ejercer, una sexualidad acotada y sometida a un presupuesto.



Pero en otras culturas como la de las Indias Orientales y la maya, que han conservado las enseñanzas acerca de la rueda de la vida y la muerte, la Dama de la Muerte envuelve a los moribundos, alivia su dolor y los consuela.

Es fundamental entender que la sexualidad no es algo que uno tiene que desear y buscar sino que escucharla, atenderla y experimentarla. Ya que es una sinfonía que se genera desde el adentro, un eco multiplicándose por las oquedades que se distribuyen  por todo nuestro existir. Un concierto que en armonía -esto es: la unión y combinación de sonidos simultáneos y diferentes, pero acordes, bien concertados y con una grata variedad de movimientos, cadencia, ritmo, medidas y pausas, caricias y besos- y en su ejecución magistral, el Ars Amandi, es una joya de nuestra esencia producto de atraerse y desearse, es un arte, el arte de amarse, y crea un verdadero e insobornable amor sin paridad, salud sin límite.

Hay en toda relación, entre dos personas o más –parejas, amistades, familia, compañeras,...- un corazón y un brío. Una sístole y una diástole y cuando se acalla un brío se entona otro. Necesitan, el corazón y el brío, una forma de expresión y bien podría ser esta la sexualidad.

Si creemos que la fuerza de la sexualidad no tiene cabida en el desorden nos equivocamos, la sexualidad no se conforma con la insinuación perversa de la Señora de la Guadaña. En el silencio oscuro e infausto que brota en la afección y el desequilibrio, amarnos cogidos de las manos, amarnos con las palabras, amarnos con las miradas y las caricias, sintiéndonos con el abrazo, satisfaciendo la sed de piel…  nos trae un lenguaje musical, para nuestro ser, hacedor de azarosas proezas en favor de la vida. Las fuerzas que la sexualidad pone en movimiento forman parte de nuestra propia naturaleza, emergen de una batuta interior que conoce las notas del pentagrama y la coreografía de la danza Vida/Muerte/Vida.

La mayoría de nosotros, aludiendo a la sexualidad, pasamos por encima de ella, tropezando y sin prestarle la atención debida. No obstante, la sexualidad es una pedagoga sabia, como la muerte, conoce nuestra holística, reconoce cuándo algo puede, debe y tiene que nacer y cuándo tiene que morir. Y, en nuestras asaduras conocemos, intrínsecamente, su métrica y su disciplina. 

Para acabar, quiero traer a colación palabras de Rosario Castellanos, la mística y poeta mexicana, que escribe a propósito de la entrega a las fuerzas que gobiernan la vida y la muerte:
... dadme la muerte que me falta...

Yo, parafraseándola, aludo:

…dadme la sexualidad que me falta…

Y diría más, emulando al poeta, que la muerte –aquella que no da fruto- es quizás el tiempo que transcurre entre que tú y yo hace dos instantes que no nos miramos ¿no es eso acaso ausencia de sexualidad, la muerte que cosecha la vida?



releyendo "la mujer esqueleto" cuento de "mujeres que corren con los lobos"

Juan Carlos Canto Manteca 

miércoles, 30 de abril de 2014

Sexualidad en fibromialgia

Mi nombre es José Raúl Dueñas Fuentes, soy enfermero de un Centro de Salud de Linares (Jaén) y he participado como profesional formador en 9 aulas de fibromialgia de la Escuela de Pacientes y en cada una de ellas he visto la necesidad de abordar la sexualidad, al igual que en otras patología crónicas porque la enfermedad origina una gran pérdida de calidad de vida como del nivel de salud.

Me gustaría contar mi experiencia como docente en el Taller de Promoción de la Salud Sexual para Personas con Enfermedades Crónicas que se ha impartido en localidad de Linares durante el mes de febrero y que estaba dirigido a personas que padecen fibromialgia. Dicho taller se encuadra dentro de la Estrategia Andaluza de Salud Sexual, en el que la sexualidad aporta un valor, una oportunidad y una capacidad a la persona.



En este taller han participado 20 personas, de las que 8 de ellas eran matrimonios. Las personas asistentes al taller han podido conocer como la fibromialgia afecta tanto a la sexualidad de las personas que la padecen como a sus parejas. Si analizamos cómo es la sexualidad en las personas que padecen fibromialgia: en primer lugar, las relaciones son menos frecuentes poco a poco se van espaciado en el tiempo. En segundo lugar cuando se tienen son menos satisfactorias y por tanto va desapareciendo el deseo de las mismas. Y por último para la persona suelen ser dolorosas, provocan cansnancio, fatiga y agotamiento.

Es muy frustrante tanto para la persona con fibromialgia como a su pareja, tener que asumir una reducción en la frecuencia de las relaciones, así como una disminución en la respuesta sexual en cuanto a satisfacción, a consecuencia de una enfermedad crónica.

Y se crea un circulo vicioso donde la insatisfacción origina un marco de relación que imposibilita el acercamiento con la pareja, aumentándose el distanciamiento entre ambos cónyuges. También existe una pérdida del deseo al originarse dolor con una simple caricia o abrazo y una falta de ganas de estar íntimamente con la otra persona cuando se cree que la relación sexual va a ser un fracaso y todo esto se convierte en un gran escollo en la sexualidad de la pareja.

Por otro lado los síntomas, como el dolor, la fatiga, la rigidez y cualquier otro síntoma asociado a la fibromialgia provocan malestar en la persona afectada. A todo ello se añade el temor a sentir dolor durante o después de la relación y/o cansancio y todo ello van a motivar esa pérdida de deseo.

También la medicación, como pueden ser los hipnóticos, ansiolíticos, antidepresivos y relajantes musculares entre otros, puede tener ocasionalmente, efectos secundarios negativos en cuanto a la función sexual porque originan pérdida de deseo.

Otra de las dificultades asociadas a la actividad sexual es el vaginismo. Esta disfunción suele producirse en las mujeres por el miedo al dolor que se pueda producir durante la penetración. Este dolor puede condicionar negativamente a las futuras relaciones, el propio cuerpo reacciona contrayendo la musculatura para impedir la penetración (el cuerpo mantiene en la memoria que en otra ocasión fue dolorosa, es como un medio de defensa). En el hombre con fibromialgia puede aparecer dolor en el pene durante la penetración, al igual que en la mujer reaccionará con los mismos aspectos ya descritos anteriormente.

Finalmente muchas de las posturas clásicas para el mantenimiento de las relaciones sexuales suponen un gran esfuerzo para las personas con fibromialgia. Una estrategia útil en estos casos es utilizar posturas pasivas que produzcan menos fatiga, y movimientos más suaves que resulten agradables, no dolorosos. Todo esto provoca un circulo vicioso que poco a poco minará la salud sexual de la persona afectada de fibromialgia como de su pareja, en este taller pretendemos romperlo.

Los asistentes al taller han aprendido a escuchar a su propio cuerpo. Si atendemos a las sensaciones de nuestro cuerpo, por ejemplo, si estamos cansados, si hoy la percepción de dolor es menor, si en definitiva nos sentimos en disposición de disfrutar de un momento con la pareja. Si es así, es el momento adecuado. De esta manera nos aseguramos el sentir que la experiencia será agradable. A no ponerse límites frente a los límites que ya impone la propia fibromialgia en la persona afectada, porque no estamos obligados a llegar hasta el final, cabe la posibilidad que, a medio camino, veamos que no estamos del todo dispuestos. Este es el momento de parar y emplazarnos, como pareja, para otro momento. Que la sexualidad es un concepto más amplio que la genitalidad, donde existe la necesidad de afecto, de contacto a través del tacto, de las caricias, besos y abrazos. En el taller hemos aprendido a abrazarnos sin que exista dolor, a descubrir el placer del tacto a través de los masajes de espalda y pie, como de tocar o que nos toquen con las manos. También nos hemos podido relajar y dejar libre a nuestra mente para que nos lleve a una fantasía sexual.

La sexualidad puede ser una oportunidad para las personas con enfermedades crónicas. Una oportunidad para el reencuentro con la vida y consigo mismos. Solo falta, que a los pacientes se les deje de marginar sexualmente, y además que se les compense de todo lo que hasta ahora se les ha negado, con más conocimientos, más información y más apoyo.

Aprender de un nuevo estilo en las relaciones sexuales donde la  prioridad es saber cómo nos sentimos y hasta dónde queremos o podemos llegar. Fibromialgia no es equivalente a no poder tener relaciones sexuales, al contrario, incluso es saludable, mantener una regularidad, pero modificando aquellos aspectos que pueden entorpecer, no solo la relación sexual.

Tenemos que romper con los cánones eróticos y estéticos que nos marca la  sociedad, que hacen que las personas que padecen los efectos de las enfermedades crónicas lo vivan con una disminución de la autoestima. El modelo corporal que se considera atractivo es un modelo basado en la juventud, esbeltez y el vigor sexual, resultando amenazantes para los cambios que acontecen con la enfermedad crónica. Frente a este modelo es importante construir otros donde se tengan en cuenta la pluralidad, donde el cuerpo se escuche, se valore, se cuide y sea fuente de bienestar independientemente de la condición física que se tenga.

Con el amor no basta para que la relación de pareja sea satisfactoria, es necesario aprender habilidades para la convivencia y los asistentes al taller las han podido aprender. Nos hemos centrado principalmente en habilidades de comunicación porque son fundamentalmente necesarias para que nuestras relaciones de pareja sean más satisfactorias. También hemos identificado los distintos tipos de problemas o conflictos de pareja y hemos puesto encima de la mesa cuales son sus vías de solución.

Es muy importante que sea el cuerpo (y no solo nuestra mente) quién viva las nuevas experiencias para que, igual que quedó grabada la represión o inhibición, pruebe ahora, a través de realizaciones concretas, nuevas conductas y otras posibilidades, porque es posible tener una sexualidad satisfactoria a pesar de padecer una enfermedad crónica.


José Raúl Dueñas Fuentes. 

lunes, 21 de abril de 2014

Talleres de salud sexual

En Cádiz, de la mano de mis compañeras Ana y Mª José -tanto monta, monta tanto-, por un lado y de Mila, Mari Pepa y Esther por otro, hemos realizado sendos talleres de Sexualidad y Enfermedad Crónica. Talleres desarrollados, cada uno, en tres sesiones divertidas, tres sesiones enriquecedoras, tres sesiones de gravitante importancia para nuestra experiencia y la de los asistentes. Unos talleres donde ha habido cadencia, ritmo, ruido y, también, silencios para escuchar.

Con estos talleres hemos percibido lo agradable de satisfacer al conocimiento, pero que placer vernos satisfaciéndolo.

En la vida hay momentos en los que hay que improvisar, enfrentarte a ellos sin prejuicios y vivirlos como oportunidades de no hacer el ridículo. Y así ha sido en estos talleres con una temática peliaguda por lo tabú de la palabra “sexualidad”.

En estos talleres hemos aprendimos y transmitido que la sexualidad se conjuga con los verbos comunicar,  escuchar, sentir y compartir.

La sexualidad bien entendida no es un abandono a la atracción puramente física sino una aceptación del “yo nada vi, yo nada hable, yo nada oí y yo nada sé” de la que nos cantaba el Barbero de Sevilla y que yo aludo a un dejarse llevar por el asombro de la experiencia no vivida y deseada que experimenta el infante sin distorsiones.

La sexualidad con intención de acoger y voluntad de entender al otro/a, en la pareja, en la amistad y/o en la consanguineidad satisfaciendo su necesidad de saciar la sed de piel.

Una sexualidad, esta que mostramos, donde es conveniente posarse con tranquilidad fijando la mirada en la fuerza brutal que desencadena en pro de la salud. Atendiendo y prestando el sentir de nuestra caja de resonancia a la música de fondo. Y, que una vez colamada su sed con cálidas y limpias aguas nos hará reposar a la sombra del amor maduro.

Para acabar este post quiero, parafraseando el “decálogo para la felicidad” del profesor José Antonio Hernández Guerrero, compartir este decálogo para la salud sexual:

 DECÁLOGO PARA LA SALUD SEXUAL

1.- La salud sexual es un estado de ánimo que, en más de un noventa por ciento, depende del propio sujeto.
2.- La salud sexual se logra, sobre todo, viviendo intensamente el presente.
3.- Una condición imprescindible para la salud sexual es asumir serenamente la realidad.
4.- El pasado sólo vale en la medida en que sirve para alimentar el presente.
5.- Proyectar el futuro sólo ayuda si estimula el presente.
6.- La salud sexual es una meta que se alcanza mediante el empleo de métodos, de técnicas y de instrumentos adecuados.
7.- Más que presumiendo de virtudes y alardeando de valores, la salud sexual se logra aceptando las limitaciones.
8.- Descubrir las lecciones de los errores cometidos evita frustraciones y estimula la salud sexual.
9.- Reconocer la importancia de los otros aumenta la propia salud sexual.
10.- Más que lo que se tiene, la salud sexual la proporciona lo que se comparte.

Mi agradecimiento a Don Manuel Lucas Matheu y a la Escuela de Pacientes!!
Juan Carlos Canto Manteca 


Una experiencia religiosa, Enrique Iglesias


lunes, 3 de febrero de 2014

Recuperar la sexualidad después de un cáncer de útero

A Mª Ángeles Casado le diagnosticaron un cáncer de útero –carcinoma endometroide de endocervix-después de una gran  hemorragia. Le practicaron una histerectomía radical y después de un mes llegaron los ciclos de radioterapia (25 sesiones), quimioterapia (5 sesiones) y braquiterapia (24 horas). Tal y como ella comenta, su salud en general y si sexualidad en particular se vieron muy dañadas, por lo que ha trabajado con ahínco para recuperar ambas.

Todo el proceso vivido y la recuperación conseguida lo ha recogido en su libro “Recuperar la sexualidad después de un cáncer de útero” donde detalla los pasos que ha dado hasta recobrar la salud de su sexualidad. El manuscrito incluye, además, dos entrevistas, una realizada a la Doctora Natàlia Eres, oncóloga, especialista en medicina integrativa, y otra realizada a la señora Cinta Bellobi i Fava, enfermera gestora del Departamento de Ginecología Oncológica del Instituto Catalán de Oncología.

Un libro que, sin duda, a muchas (y muchos, ¿por qué no?) pacientes le podrá servir no sólo para entender cómo ha sido la vivencia de este proceso, sino también para ayudar a reconquistar una parcela tan importante como es nuestra salud sexual.    

Os dejamos con un texto que Mª Ángeles ha escrito para este blog. Desde aquí te damos las gracias por compartir tu experiencia con nosotros/as y por este maravilloso e indispensable libro. 

Escuela de Pacientes.



     Acabo de cerrar la puerta de la habitación del ICO (Instituto Catalán de Oncología), donde durante 24 horas seguidas me han sometido a braquiterapia (radiación interna directa sobre la vagina). Salgo exhausta y aturdida.

Hace cuatro meses me practicaron una operación de cáncer de útero (carcinoma endometroide de endocérvix) con extirpación de ganglios inguinales; además de la intervención quirúrgica y de la radiación interna, he recibido veinticinco sesiones de radioterapia y cinco de quimioterapia, coadyuvante de la radio. Ante mí está ahora el sendero de la recuperación, doy el primer paso con las fuerzas exiguas y un sistema inmune bajo mínimos, pero con el firme propósito de recobrar mi salud y mi sexualidad.

¿Qué ha supuesto para mí la enfermedad? ¿Cómo he manejado mi sufrimiento?
Desde que tuve mi primera hemorragia hasta concluir los ciclos (es decir, unos seis meses aproximadamente), me limité a sobrevivir, a concentrarme en que mi cuerpo aguantara el chaparrón que estaba viniéndole encima. El primer desconcierto dio paso al miedo, pues una vez diagnosticado el tumor y realizados la operación y el análisis de los tejidos, todo se precipitó de nuevo hacia lo que yo me figuraba que era un abismo: la quimioterapia. Dios mío, eso no, -pensé. Ese tiempo me limité a dar consignas a mi cuerpo para que se mantuviera en pie, fue una lucha primitiva, básica contra un enemigo que no era tal, pues se trataba de mi propio cuerpo, era yo misma.

Mantenía cierta autonomía al ir y venir diariamente al hospital. La familia y amigos me ofrecieron su ayuda, pero me propuse reservarme esos trayectos en autobús al hospital, ese pedacito de independencia. Al ir sintiendo la falta de salud, la desposesión de mi energía, e ir notando mis fuerzas mermadas, mi principal objetivo o mi prioridad era resistir, pretender mejorar me parecía entonces inviable. No llegué a tocar fondo o eso creo, pero sí me situé en el umbral de mi resistencia y desde ahí, concluidos los ciclos, empecé a subir. Me aferré a ese estado de salud que no era cero, pero que en ciertos momentos solo llegaba al 1 ó al 2 y no me doblegué a ceder ni un milímetro más. Me así con fuerza a todo lo que pudiera representar un trampolín o unos pequeños pasos que consiguieran impulsarme un poco más; a veces me permitía ciertas recaídas, una especie de suspensión en el vacío donde no había movimiento (¡cómo evitar en esos momentos la ausencia de fuerzas!) Simplemente dejaba que esa “nada” pasara, dejaba de exigirme, me agazapaba entre las sábanas y esperaba, tratando de descansar hasta recobrar un poco el ánimo.

¡Qué fuerza la de nuestro cuerpo! ¡Qué gran disposición tiene para poderse curar, regenerar y recuperarse! ¡Qué energía nos espera cuando ya pensamos que no podemos más!



No sé si el cáncer me ha hecho mejor, pero sin duda ha sido un punto de inflexión en mi vida: ha sido un maestro –quizá a veces muy duro- y también una oportunidad; ha despertado muchos sensores de mi ser a los que antes no prestaba atención o desconocía, como la sexualidad en un sentido más amplio. El sufrimiento pasado no me ha redimido pero sí ha hecho que me encamine de una manera más decidida hacia la búsqueda del placer.


Mª ÁNGELES CASADO PÉREZ